Fulgor isleño
Contenido esplendor
La isla interior
Crítica: Conmemoración superlativa
Madrid
El pasado día 23 de febrero tuvo lugar, en
el Auditorio Nacional de Música, la interpretación de la Sinfonía Núm. 8 “Sinfonía de
los mil” de Gustav Mahler, dentro del ciclo de conciertos de la Filarmonía
de Madrid que este año 2019 celebra el décimo aniversario de su fundación.
La colosal obra mahleriana puso en escena a la Filarmonía de Madrid (orquesta y coro); Coro de Niños Filarmonía, dirigido por Elia Cornejo; Coro Joven Filarmonía, dirigido por Tadeo Ruiz; Coro de Niños Musical Martí, bajo la dirección de Iván Martí; Coro del Colegio Sámer Calasanz, preparado por Antonio Ramírez del Castillo y el Coro Participativo cuyo director fue, en esta ocasión, Rafael Albiñana. Junto a un elenco de solistas vocales, entre los que figuraban las sopranos Mariana Ortiz y Francesca Calero, las mezzo Beatriz Oleaga y Negar Mehraban, el tenor Alain Damas, el barítono Enrique Sánchez Ramos y el bajo Armando del Hoyo, fue destacable también la participación del concertino solista Lorenz Nasturica-Herschcowici. Todos estos enormes efectivos, que ocuparon de por sí casi un tercio del aforo del Auditorio Nacional, estuvieron dirigidos y coordinados por el maestro Pascual Osa, director artístico y fundador de la Filarmonía de Madrid.
La Sinfonía
de los mil comenzó su andadura con firme paso desde el impactante tutti del Hymnus: Veni, Creator Spiritus -primera parte de la obra- subrayado
por la envolvente sonoridad del órgano pleno. La vitalidad interpretativa y fluidez de tempo
fue secundada por el logrado empaste de todos los agentes sonoros desplegados para
la ocasión. La osadía del maestro valenciano, al enfrentarse a un reto de tal
calibre, no fue en absoluto resultado de una pretensión baladí sino de un
anhelo estrictamente generoso de naturaleza musical, participativa y
conmemorativa. La diversidad de coros implicados podría presagiar, a priori, que
la hazaña no fuera nada fácil de lograr y, sin embargo, los resultados se
mostraron más que sorprendentes teniendo en cuenta la gran heterogeneidad de medios
puestos en juego.
Sin pérdida alguna de pulso ni tensión durante
la primera parte, el maestro Pascual Osa supo, con gestualidad austera y
precisa, dar la intención, majestuosidad y empaque adecuados a los grandes momentos
corales, sin perder flexibilidad en los pasajes vocales solistas y obteniendo ese
sutil equilibrio demandado por tal confrontación. La orquesta sustentó dúctilmente
el discurso sonoro, siempre atenta a la correcta audibilidad de los ingentes
efectivos vocales y bajo la constante supervisión del director.
Si es connatural al Veni,
Creator Spiritus su enérgico discurrir, debido a la grandiosa arquitectura y
vigor sonoro concebidos por Mahler, es aún más arduo encarar el Schlubszene aus “Faust”, tras
tan intensa actividad previa. El maestro valenciano, consciente de esta enorme
dificultad, no titubeó al abordar con autoridad los cambios de ambiente propios
de esta gran segunda sección, sumergiéndonos en el complejo Pathos mahleriano a través de unos muy
logrados episodios trágicos, sombríos y de gran impacto expresivo. La formación
orquestal mostró aquí todos sus valores, como se puso en evidencia en las fluidas
y maleables cuerdas (lideradas certeramente por el conocido concertino de la
Filarmónica de Munich Lorenz Nasturica-Herschcowici) y, sobre todo, en maderas
y metales, siempre en balance con aquellas y que resultaron en todo momento
precisas en afinación, expansivas y redondas en emisión -trompas y trompetas-
junto a una percusión efectiva y enérgica en todas sus intervenciones. Los
solistas vocales tuvieron también destacadas actuaciones, como pudo observarse
en las cuerdas extremas femeninas y masculinas en su adecuada proyección,
delicado fraseo y claridad declamatoria.
La trayectoria sonora inherente a esta
segunda parte de la Octava Sinfonía,
que transita desde lo sombrío a la más viva luminosidad, fue conducida con suma
estabilidad por la batuta de Pascual Osa, que construyó el grandioso finale dando la oportuna dosis de tensión
escalonada hasta alcanzar su apoteósico clímax.
No pudo terminar de forma más acertada y
emotiva esta velada conmemorativa del “X Aniversario” de la fundación de la
Filarmonía de Madrid, todo un ejemplo de iniciativa privada, colaborativa -y
por qué no decirlo también: arriesgado- del que seguimos esperando momentos tan
especiales como el degustado en este concierto.
Juan
Manuel Ruiz
Coro
de Niños Filarmonía, Elia Cornejo; Coro Joven Filarmonía, Tadeo Ruiz; Coro de
Niños Musical Martí, Iván Martí; Coro del Colegio Sámer Calasanz, Antonio Ramírez
del Castillo; Coro Participativo, Rafael Albiñana; Mariana Ortiz, Francesca
Calero, Beatriz Oleaga, Negar Mehraban, Alain Damas, Enrique Sánchez Ramos, Armando
del Hoyo; Lorenz Nasturica-Herschcowici, Filarmonía de Madrid (orquesta y coro)
/ Pascual Osa. Sinfonía Núm. 8 de Gustav Mahler.
Ciclos
y conciertos de Filarmonía. Auditorio Nacional de Música, Madrid.
Desafío Dispar.
Aroma español.
Los hermanos Curbelo en el homenaje a Antón García Abril.
El Beethoven de Javier Negrín.
Fuí una de las coristas que aún sigue con la emoción del sábado. He participado en muchos conciertos y éste ha sido de los más especiales. La unión y tesón de todas las personas participantes junto al entusiasmo y empuje del maestro hizo posible que fuera mágico. Creer en este proyecto hizo crear ilusión. Hay que volver a repetirlo. Me niego a guardar las partituras. Gracias a Pascual y mis compañeros!!
ResponderEliminar